La profundidad de la naturaleza humana es el deseo de control. El ser humano es un animal político por naturaleza; incluso un poco de poder insignificante se usa para demostrar su valía. Los bebés lloran a gritos porque no pueden controlar a su madre, padres pobres ejercen dominio sobre sus hijos a través del castigo, hombres débiles que no logran nada recurren a la violencia doméstica, suegras maltratan a las nueras en una lucha de poder familiar. Los niños ya saben que deben formar alianzas, hacer pandillas y acosar a los aislados. Los adultos llevan esta habilidad a un nivel superior, creando círculos, organizaciones y facciones; cámaras de comercio, asociaciones, partidos políticos, que a primera vista parecen ser de ayuda mutua, pero en su lógica subyacente están formando alianzas para ejercer el poder, disfrazando la sumisión como un honor organizacional. En cuanto a los diversos caballeros, iglesias, e incluso sociedades secretas y partidos políticos que han existido a lo largo de la historia, parecen grandiosos, pero en realidad solo están enmascarando la lucha por la supervivencia y la influencia como rituales misteriosos y elevados. La esencia es que todos los seres vivos intentan apoderarse de recursos, expandir su influencia y controlar a otros. Esto se llama poder; no solo los malos anhelan el poder, sino que todos quieren ejercerlo. La diferencia radica en la capacidad, la forma, el nivel, el envoltorio y la perspectiva. Algunas personas usan trajes para ejercer poder, otras recurren a la violencia en casa, algunas se visten de religión, otras apelan a la hermandad, y algunos menores acosan en la escuela. La esencia es la misma: no quiero ser controlado, quiero controlar a otros. El poder es una adicción de la que todos los seres vivos no pueden desprenderse; no solo los malos anhelan el poder. Detrás de cada rostro humano hay una verdad no dicha: no quiero ser controlado, quiero controlarte. La gente común juega con un poder de bajo nivel; gritar un poco y golpear, acosar a los débiles les da una sensación de poder. Las personas de alto nivel juegan con un poder refinado, usando la cultura religiosa y el capital para un control elegante, matan sin derramar sangre y te hacen sentir agradecido. No seas ingenuo al pensar que el poder es solo un asunto de algunas personas; mientras vivas, estás en lucha. Si quieres una buena vida, debes aprender a controlar; el poder es la ley de la jungla eterna de la humanidad. Solo que algunas personas usan puños, otras mentiras, algunas organizaciones, algunas lazos de amistad, algunas amor, y otras sabiduría. ¿Qué tipo de poder quieres dominar? La indignidad genera amor, el abuso genera lealtad, la sinceridad trae desprecio, y el amor nutre la libertad. En el mundo del poder, el amor no es hermoso, sino un sistema de control. En muchas relaciones reales, ¿por qué la indignidad genera amor? Porque los de menor posición a menudo anhelan más reconocimiento y se entregan sinceramente para complacer. ¿Por qué el abuso genera lealtad? Porque el trauma emocional y el ciclo de recompensa y castigo crean una dependencia patológica. ¿Por qué la sinceridad trae desprecio? Porque al entregarse sin reservas, tras ser visto a través, se pierde el valor y el desafío, lo que provoca un rápido aburrimiento. ¿Por qué el amor nutre la libertad? Porque es un lujo de las relaciones de alto nivel; solo cuando ambas partes son independientes y fuertes, la competencia se transforma en comprensión y realización mutua. En otras palabras, en el mundo inferior, el amor es una trampa de poder. En el mundo superior, el amor es un balance de poder. Por eso a veces sentimos que dar amor resulta en ser menospreciado, jugar con la mente resulta en dependencia, y cuanto más duro seas, más te obedecerán. Desde tiempos inmemoriales, el verdadero sentimiento no perdura; siempre es la estrategia la que conquista el corazón. En este mundo, la mayoría de la gente no merece un amor puro, solo merece obediencia y domesticación. Muchas personas viven en un entorno de crecimiento desgarrador; en quienes más confían y dependen, reciben no amor, sino humillación y violencia. No están creciendo, están escapando. Si la familia de origen no es buena, no crecen gracias a ella, sino que sobreviven por instinto. Muchos padres patológicos usan violencia, humillación, control extremo, odio de género, y perfeccionismo forzado, convirtiendo a los hijos en herramientas de desahogo y accesorios de su vida. Desde pequeños, los niños no están siendo educados, sino torturados. No es que no se esfuerzan, es que casi los matan; sobrevivir ya es un milagro. Con el mínimo suministro material, aún se autodenominan benefactores. A largo plazo, ejercen violencia emocional, extraen valor emocional, imponen poder de control y exigen retribución, usando a los hijos como herramientas para realizar sus propias ambiciones fallidas. Si los hijos no cumplen sus expectativas, se convierten en cajeros automáticos, proyectos de imagen, o trofeos de estatus, los llaman ingratos, desagradecidos y malditos. Muchas escuelas son lo mismo; educación de obediencia extrema, una variedad de reglas morales, escolares y de clase impuestas, y si no prestas atención a algo de gran importancia, serás reprendido y castigado por los maestros. Pero si un niño es víctima de acoso escolar y sufre abuso emocional que le causa traumas psicológicos permanentes, o es golpeado hasta resultar herido, muerto o incapacitado, en ese momento los maestros y directores no piensan primero en castigar al acosador, sino en cómo minimizar el escándalo. Si un niño comete un pequeño error y es acosado, a menudo eligen ignorarlo, intentando reducir al mínimo la influencia negativa. Lo que ellos llaman educación es una gran prueba de obediencia. Lo que quieren no es la felicidad del niño, sino que sea útil y obediente. Nunca reflexionan sobre quiénes son, qué han dado, y si realmente han querido apoyar el futuro del niño. El amor sincero y sin condiciones es extremadamente raro. Cuanto más bajo es el entorno, más se encuentra la lógica de la esclavitud. Reconocer y entender la naturaleza del poder ya es un despertar para salir de la jaula y volver a tomar el control de la dirección de la vida. Los que realmente sufren son aquellos que aún no se dan cuenta de que están siendo saqueados, violentados y castrados emocionalmente; pueden ser víctimas de otros bajo el control del poder toda su vida. #Gate & WLFI USD1 积分计划# #特朗普允许401(k)投资加密货币# #Gate跟单训练营晒单赢$2,000#
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La profundidad de la naturaleza humana es el deseo de control. El ser humano es un animal político por naturaleza; incluso un poco de poder insignificante se usa para demostrar su valía. Los bebés lloran a gritos porque no pueden controlar a su madre, padres pobres ejercen dominio sobre sus hijos a través del castigo, hombres débiles que no logran nada recurren a la violencia doméstica, suegras maltratan a las nueras en una lucha de poder familiar. Los niños ya saben que deben formar alianzas, hacer pandillas y acosar a los aislados. Los adultos llevan esta habilidad a un nivel superior, creando círculos, organizaciones y facciones; cámaras de comercio, asociaciones, partidos políticos, que a primera vista parecen ser de ayuda mutua, pero en su lógica subyacente están formando alianzas para ejercer el poder, disfrazando la sumisión como un honor organizacional. En cuanto a los diversos caballeros, iglesias, e incluso sociedades secretas y partidos políticos que han existido a lo largo de la historia, parecen grandiosos, pero en realidad solo están enmascarando la lucha por la supervivencia y la influencia como rituales misteriosos y elevados. La esencia es que todos los seres vivos intentan apoderarse de recursos, expandir su influencia y controlar a otros. Esto se llama poder; no solo los malos anhelan el poder, sino que todos quieren ejercerlo. La diferencia radica en la capacidad, la forma, el nivel, el envoltorio y la perspectiva. Algunas personas usan trajes para ejercer poder, otras recurren a la violencia en casa, algunas se visten de religión, otras apelan a la hermandad, y algunos menores acosan en la escuela. La esencia es la misma: no quiero ser controlado, quiero controlar a otros. El poder es una adicción de la que todos los seres vivos no pueden desprenderse; no solo los malos anhelan el poder. Detrás de cada rostro humano hay una verdad no dicha: no quiero ser controlado, quiero controlarte. La gente común juega con un poder de bajo nivel; gritar un poco y golpear, acosar a los débiles les da una sensación de poder. Las personas de alto nivel juegan con un poder refinado, usando la cultura religiosa y el capital para un control elegante, matan sin derramar sangre y te hacen sentir agradecido. No seas ingenuo al pensar que el poder es solo un asunto de algunas personas; mientras vivas, estás en lucha. Si quieres una buena vida, debes aprender a controlar; el poder es la ley de la jungla eterna de la humanidad. Solo que algunas personas usan puños, otras mentiras, algunas organizaciones, algunas lazos de amistad, algunas amor, y otras sabiduría. ¿Qué tipo de poder quieres dominar? La indignidad genera amor, el abuso genera lealtad, la sinceridad trae desprecio, y el amor nutre la libertad. En el mundo del poder, el amor no es hermoso, sino un sistema de control. En muchas relaciones reales, ¿por qué la indignidad genera amor? Porque los de menor posición a menudo anhelan más reconocimiento y se entregan sinceramente para complacer. ¿Por qué el abuso genera lealtad? Porque el trauma emocional y el ciclo de recompensa y castigo crean una dependencia patológica. ¿Por qué la sinceridad trae desprecio? Porque al entregarse sin reservas, tras ser visto a través, se pierde el valor y el desafío, lo que provoca un rápido aburrimiento. ¿Por qué el amor nutre la libertad? Porque es un lujo de las relaciones de alto nivel; solo cuando ambas partes son independientes y fuertes, la competencia se transforma en comprensión y realización mutua. En otras palabras, en el mundo inferior, el amor es una trampa de poder. En el mundo superior, el amor es un balance de poder. Por eso a veces sentimos que dar amor resulta en ser menospreciado, jugar con la mente resulta en dependencia, y cuanto más duro seas, más te obedecerán. Desde tiempos inmemoriales, el verdadero sentimiento no perdura; siempre es la estrategia la que conquista el corazón. En este mundo, la mayoría de la gente no merece un amor puro, solo merece obediencia y domesticación. Muchas personas viven en un entorno de crecimiento desgarrador; en quienes más confían y dependen, reciben no amor, sino humillación y violencia. No están creciendo, están escapando. Si la familia de origen no es buena, no crecen gracias a ella, sino que sobreviven por instinto. Muchos padres patológicos usan violencia, humillación, control extremo, odio de género, y perfeccionismo forzado, convirtiendo a los hijos en herramientas de desahogo y accesorios de su vida. Desde pequeños, los niños no están siendo educados, sino torturados. No es que no se esfuerzan, es que casi los matan; sobrevivir ya es un milagro. Con el mínimo suministro material, aún se autodenominan benefactores. A largo plazo, ejercen violencia emocional, extraen valor emocional, imponen poder de control y exigen retribución, usando a los hijos como herramientas para realizar sus propias ambiciones fallidas. Si los hijos no cumplen sus expectativas, se convierten en cajeros automáticos, proyectos de imagen, o trofeos de estatus, los llaman ingratos, desagradecidos y malditos. Muchas escuelas son lo mismo; educación de obediencia extrema, una variedad de reglas morales, escolares y de clase impuestas, y si no prestas atención a algo de gran importancia, serás reprendido y castigado por los maestros. Pero si un niño es víctima de acoso escolar y sufre abuso emocional que le causa traumas psicológicos permanentes, o es golpeado hasta resultar herido, muerto o incapacitado, en ese momento los maestros y directores no piensan primero en castigar al acosador, sino en cómo minimizar el escándalo. Si un niño comete un pequeño error y es acosado, a menudo eligen ignorarlo, intentando reducir al mínimo la influencia negativa. Lo que ellos llaman educación es una gran prueba de obediencia. Lo que quieren no es la felicidad del niño, sino que sea útil y obediente. Nunca reflexionan sobre quiénes son, qué han dado, y si realmente han querido apoyar el futuro del niño. El amor sincero y sin condiciones es extremadamente raro. Cuanto más bajo es el entorno, más se encuentra la lógica de la esclavitud. Reconocer y entender la naturaleza del poder ya es un despertar para salir de la jaula y volver a tomar el control de la dirección de la vida. Los que realmente sufren son aquellos que aún no se dan cuenta de que están siendo saqueados, violentados y castrados emocionalmente; pueden ser víctimas de otros bajo el control del poder toda su vida. #Gate & WLFI USD1 积分计划# #特朗普允许401(k)投资加密货币# #Gate跟单训练营晒单赢$2,000#